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Esta segunda parte de mi testimonio la he titulado: RECORTES DE UN MISIONERO; compartir� algunas an�cdotas de diez a�os de misionero, he seleccionado las que considero relevantes y creo que dejar�n una ense�anza y un buen sabor de boca para los que quieren servir en la vi�a de Jesucristo; mi intensi�n primordial es motivar y alentarlos a trabajar sin inter�s, sino de coraz�n y siempre en comuni�n con �l para estar fortalecidos a soportar todo lo que implica ser misionero; en el camino se encuentran muchas cosas inesperadas, cosas que no se ense�an en los Institutos, ni atr�s de los p�lpitos. Como misionero se llega en lugares inh�spitos e insalubres, muchas veces habr� comida para comprar, otras veces no tendr�n dinero para hacerlo, y otras veces no podr�n porque no hay comida; tambi�n hubo ocasiones en que estaba satisfecho y d�as en que pas� hambre; hubo lugares donde dorm� c�modo y otras veces en campo abierto, a orillas de r�os, sobre piedras y debajo de �rboles. No lo digo porque tenga escasez, pues he aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situaci�n; s� vivir humildemente, y s� tener abundancia; en todo y por todo estoy ense�ado, as� para estar saciado o para tener hambre, as� para tener abundancia como para padecer necesidad. Filipenses 4:11-12 Fueron m�ltiples las vivencias que tuve durante los a�os como misionero, las vicisitudes, las emociones y las experiencias que adquir� en diferentes Estados de la Rep�blica de M�xico como presidente del ministerio donde pertenec� por a�os, pero por circunstancias que Dios sabe me separ� a fines de los noventa para trabajar independiente, consider� que era el tiempo para desarrollar el trabajo que me corresponde para servir a Dios sin estar sujeto al hombre; nunca coincid� con el que fue mi l�der porque el llamado de �l y el m�o son diferentes, cada qui�n tiene su propia visi�n para desempe�ar nuestro llamado en la vi�a del Se�or Jesucristo. Quisiera m�s bien que todos los hombres fuesen como yo; pero cada uno tiene su propio don de Dios, uno a la verdad de un modo, y otro de otro. I Corintios 7:7 Como miembros del cuerpo de Jesucristo no todos tenemos la misma funci�n, en la vi�a de Dios hay un vasto campo de ministerios, pero casi por lo regular siempre se desea el de pastor, porque se cree que es f�cil, en las cosas de Dios debe ser tambi�n por llamamiento y no por elecci�n o por imposici�n; ser pastor se requiere un vasto conocimiento y mucho amor para las almas y para la obra de Dios. La codicia de ciertos ministros aprovecha Satan�s para confundir a los que piensan que son llamados para ejercer determinado trabajo en la vi�a de Dios; muchos creen que son llamados para cierto ministerio, pero con el paso de los a�os en lugar de mejorar su trabajo ministerial terminan claudicando porque no est�n en el lugar que los quiere Dios. �Tan insensatos sois? Habiendo comenzado por el Esp�ritu, �ahora vais a acabar por la carne? G�latas 3:3 Muchos empiezan ejerciendo su ministerio debidamente con una visi�n espiritual definida, pero al verse exitosos terminan haciendo las cosas conforme el ego, olvidan que por la gracia de Dios llegaron en la cima, este desvanecimiento lo aprovecha Satan�s para desviarlos completamente de su visi�n, empiezan hacer las cosas fuera de la voluntad de Dios, es aqu� donde empieza la desgracia de cualquier ministro, porque bajaron la mira de las cosas de arriba para ponerla en las cosas terrenales; olvidan que fueron llamados para servir a un Dios Todopoderoso y no para llenarse de orgullo por la forma que Dios los usa para predicar o ense�ar; en las cosas de Dios se necesita tener mucho cuidado para no envanecer nuestro ministerio haciendo las cosas seg�n el ego, no se debe olvidar que nadie puede burlarse de Dios, desempe�ando su ministerio como cualquier trabajo terrenal o un como negocio empresarial.

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9798876680594

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